2 nov 2009

Unbekannt [X?]



Allí estaba ella. Mirando al horizonte.
La mirada perdida... de nuevo.
Empezó a caminar al ritmo de la música, se encendió un cigarro. Miró al horizonte de nuevo, se convertía en algo lejano, sombrío.
Ya lo había decidido, "nevermore", se repetía incesante. Pero no pudo evitarlo: "Idiota, idiota, idiota, idiota, idiota, idiota, idiota, idiota, idiota, idiota, idiota, idiota, idiota, idiota, idiota, idiota, idiota, idiota, idiota, idiota, idiota..." se insultaba, sin piedad. La eterna incógnita del "¿por qué a mí?" era ya un sinsentido, no merecía la pena pararse a pensar en ello. También lo había decidido... firmemente.

No pudo, era irrefrenable. Allí estaba ella, sí: en el momento y lugar equivocados, mirando hacia una dirección errónea, destructiva. Así era ella ahora, sí... sentimental, impulsiva. Así había sido antes, así lo sería después.

En el breve recorrido que ya había realizado, en ese corto lapso de tiempo, había visto ya muchos lugares. Pura superficialidad. Ninguno le interesaba especialmente, es más, no quería que ninguno le interesara... No le interesaba interesarse; indiferencia y desidia absoluta. Ya no sólo era por su mente en caos... era porque lo especial escasea, lo sabía y lo aceptaba. Ya estaba en lo más profundo dentro de su propio terreno, nada de eso iba a entristecerle o hundirle más, eso la hacía fuerte.

Siguió caminando, arrastraba los pies. La decadencia de esos lugares, o la total ignorancia hacia esos parajes, la agotaba. Necesitaba encontrar su lugar, ella no estaba hecha para ser una nómada... era triste, se odiaba por ello.
Hizo una pequeña parada para descansar y, fue en ese momento, cuando fijó su mirada bicolor en la lejanía. ¡Cuánta luz! ...
No se pudo contener, su instinto curioso la había llevado a muchas partes hasta el momento y, puesto que no tenía nada que perder, se apresuró e hizo caso omiso a todo alarde de racionalidad. Empezó a correr, ese parecía un buen sitio en el que cobijarse, ya que había empezado a lloviznar, como siempre. Odiaba esos vaivenes meteorológicos y temporales, pero no estaba en poder de controlarlos... aún.
Se resguardó en las afueras de aquella población que tanto le había atraido... y se maravillaba mirándola en la oscuridad de la noche. Lo mejor de todo, es que todo ese paisaje, todo ese dibujo natural, tenía historia. Se enganchó a ella, droga indolora que aliviaba sus días de soledad.

Al día siguiente, quiso acercarse más. Se mostraba incrédula ante todo lo que vislumbraba de aquel panorama. No habia nada que no le gustara, era extraño, podría afirmar que no le había pasado nunca. Hasta el momento todo suena idílico, "locus amoenus" que le llaman... nada más lejos de la realidad. Sabía, con toda certeza, que jamás podría estar en un lugar ameno como ese. No por no merecerlo, no por no adaptarse... era simplemente por ella. La culpa de todo la tenía ella y sus circunstancias. Además, no se puede poseer lo que ya está conquistado... y, no se puede ser poseedora de nada si, en primer lugar, no controlas tu propia vida.

Y, otra vez más, e insistiendo en reiteraciones poéticas... era triste, se odiaba por ello.

"¿Quién me manda a mí...? Soy idio... bah" Seguía sin querer establecerse en ningún lugar. Bueno, en realidad estoy mintiendo. O no, tanto sentimiento contradictorio hace difícil el empatizar con ella. Se odiaba por haber clavado su pensamiento en el momento y lugar equivocado. Siempre había pensado que la atracción era bastante complicada de ser manipulada por una mente ordenada, ella estaba en plena destrucción, se entiende que no era capaz de detenerla.
Habría podido de haber observado algo desagradable, de haber seguido con su patrón de conducta habitual (completa indiferencia), de haber conocido menos al respecto, quizás. Era tarde, pero todo pasaría. Como ya he dicho, estaba en el fondo, no podía descender más. Eso la seguía haciendo fuerte. Ese valor le permitió proteger todo lo que pudo el terreno que visitaba ocasionalmente. Eso le alegraba, le hacía la vida llevadera, ya era más de lo que esperaba de la misma. Eso le permitía sentir cierta felicidad (empáticamente hablando) al ver que el lugar se cubría de luz y colores.

Con eso le bastaba.

Alli estaba ella, mirando al horizonte. Le pareció ver una "X" en el cielo, la fotografió. Pensó que algún día se sentiría identificada con ella. Ese día había llegado.