25 ago 2010

Closer


Remember me...

Dejaste caer tu cuerpo sobre ese sofá, conmigo. Las yemas de mis dedos se deslizaban solas, con libre albedrío, por tus manos y tus brazos. Ni siquiera estaba premeditado, fue un acto impulsivo natural. Las caricias simplemente fluían.
Aún teniéndote entre mis brazos, todavía no podía creer la magnitud y grandeza de ese instante. La belleza del momento me abrumaba como nunca jamás me había pasado antes.

Es retóricamente imposible describir, ajustándome al más mínimo ápice de la realidad que nos envolvía, lo que estaba sintiendo mi ser a cada segundo que mi piel rozaba la tuya. Que tu piel rozaba la mía. Que nos correspondíamos de la manera más pura de la que he podido ser testigo.
Tus ojos. Tus ojos azules, intensos, sin máculas, cristalinos. Cuando tus ojos, aleatoriamente y sin previo aviso, se abrían para observarme, sólo podía sentir el centelleante latir de mi corazón. Tu rostro tan cerca del mío, tu mirada tan próxima a la mía.
Te habría besado en ese mismo instante, lo deseaba con todas mis fuerzas. Ahora sé que tú también. Pero la vida, y la razón en este caso, se hizo dueña de nuestros actos, por encima de nuestros propios impulsos.

No me arrepiento, pues esa noche te besé. Esa noche te abracé con todas mis fuerzas. Esa noche acaricié todo tu cuerpo. Esa noche me fundí contigo.
Esa noche te confesé los sentimientos que estaban creciendo por ti. Esa noche te dije lo mucho que me atraías. Esa noche te dije que te amaba.
Quizás no lo demostré con actos físicos, perceptibles. Quizás no se demostró de manera convencional. Quizás no pronunciamos palabra, aún sintiendo ambos lo mismo. Quizás muchas de esas cosas tardarían más en llegar, en hacerse factibles a nuestros sentidos. Quizás tardarían menos.

Quizás, a ojos objetivos, y sólo quizás, todo eso no sucedió en absoluto. Pero, quizás también, es la manera más bella y perfecta en la que todos estos sentimientos pueden empezar a nacer por una persona.

Y ahora, desde la distancia temporal y afortunadamente efímera que nos separa, aún te siento. 
Me tumbo en la cama y cierro los ojos. Te beso en la distancia y un cosquilleo recorre por tus labios en ese mismo instante. Deslizo mis dedos por un brazo invisible que, en el momento de recibir tal caricia, te hace sentir un escalofrío que supera los más de 1500 km entre el cielo, mar y tierra que ahora nos dividen.
Tus manos desabrochan una camisa imperceptible a la vista humana que, a modo telepático, desgarra mágicamente los botones que a ella la unían. Tus brazos abrazan un cuerpo desnudo que, en la distancia, se estremece a tu tacto.
No importa esperar cuando merece la pena. Cuando los sueños nos mantienen cerca, cuando los sentimientos, aunque suene redundante, hace que ambos sintamos esas sensaciones físicas. De alguna u otra manera, pero te siento. Me sientes.
Cuando tus palabras, tu voz, tu extremo detallismo y sensibilidad te mantienen próximo a mí.
No importa.

Y cada vez importa menos. Cada día es un paso más cerca de ti.

... Special dreams.
Song / Videoclip: Placebo - Special needs

10 jun 2010

I'm NOT just another one of your fucking plays...!


In time or so I'm told,
I'm just another soul for sale... oh, well!
The page is out of print, we are not permanent,
we're temporary, temporary... Same old story!!!


What if I say I'M NOT like the others?
What if I say I'M NOT just another one of your plays?
You're the pretender!
What if I say I will NEVER surrender?


I'm the voice inside your head, you refuse to hear.
I'm the face that you have to face, mirrored in your stare.
I'm what's left, I'm what's right; I'm the enemy...
I'm the hand that will take you down, bring you to your knees...

So who are you?

Yeah, who are you?
Yeah, who are you?!
Yeah, who are you???!!!


Keep you in the dark, you know they ALL pretend...

Foo Fighters - The Pretender


So... who the FUCK are you? Nobody plays with me, ANYBODY, EVER.

If you dare to get closer, I'll shoot you... With no mercy.

P.S.: And now, use a fucking English-Spanish translator, loser. Yeah, you were a fucked damn DISEASE, a very pathetic and sad one.

15 may 2010

Onírico y efímero II

? / ? / ?
London
1:23am

- ...
- Vamos, ¡despierta!
- ¿Uhm...?
- ...
- ¿Qué...? ¿Quién eres...?
- Soy quien te hace tropezar. Soy quien te empuja al frío suelo. Soy quien prepara un chasquido de dedos en el momento adecuado. Soy quien abre tus ojos dormidos. Soy quien mina tus ilusiones hasta reducirlas a nada.
- ¡¿Qué...?!
- Soy tu enlace con la realidad.

De manera seca, después de oír esa contudente frase en su mente, despertó bruscamente. Miró a su lado izquierdo, con la vana esperanza de encontrarse con él.
No había él, ni siquiera había un que, un donde, un como, un cuando... ni tan sólo un porqué.

Todo se había esfumado de la manera más inesperada. ¿Realmente todo aquello había existido?
Obviamente, esa pregunta merecía de dos respuestas.

La negativa demostraba que, en efecto, "toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son". Puede ser una ilusión, una sombra, una ficción; algo que no existe, que, por lo tanto, no duele si no aparece, no duele si se esfuma. Sin embargo, en algún momento perdido del subconsciente, ha hallado su lugar, sin más, sin previo aviso, sin explicación. ¿Entonces qué es lo real? ¿Entoces... por qué lastima?

La afirmativa, no hacía más que confirmar que "nada dorado, puede permanecer".
Todo lo que siempre había deseado, se convierte en algo temporal, fugaz... un sutil rayo de luz que se desvanece hasta sumirse en las tinieblas. Triste, cierto. Gris, frío.
¿Qué es mas desalentador? ¿Aquello que ha existido y se ha perdido... o aquello que ni siquiera sabemos si ha existido realmente?

Sea como sea, ya no había nada. No quedaba nada. Un vacío en el que, a pesar de todo, sentía seguridad... porque no tenía nada que perder...
... Aunque ella nunca aceptó realmente encontrarse en esa "nada" y, a pesar de dañarse, seguía soñando, seguía buscando.
Mundo onírico, mundo efímero. Los aceptaba con el dolor que ellos le podían proporcionar.
Valiente y cobarde. Arriesgada y temerosa. Iusionada y sin esperanza.

Y ella sueña, y ella vive. Y ella pierde, y ella vuelve a caer.

15 mar 2010

Onírico y efímero I

14/03/2010
Hyde Park
11.30 am

Suena: Love of Lesbian - Un día en el parque
"De la naturaleza el primer verde es oro,
su matiz más difícil de asir;
su más temprana hoja es flor,
pero por una hora tan sólo.
Luego la hoja en hoja queda.
Así se abate el Edén de tristeza,
así se sume en el día el amanecer.
Nada dorado puede permanecer."
Aquel era un día precioso, digno de ser recordado. De esencia primaveral.
El verde más intenso destacaba en su total presencia, compañía grata de la fresca hierba que regía el ambiente. 
Olor a tierra. Olor a vida.
Un dorado sol asomaba con determinación de entre unas nubes que desaparecerían, permitiéndole sentir un agradable calor corporal. Cortinas amables que la llenarían de calidez. De buen humor.

Con la luz, sus ojos se llenaron de esmeraldas en prácticamente su totalidad. Elevó su rostro, con los ojos cerrados de amable placer y concentración. Sonrió al astro que visitaba espléndidamente sus mejillas, sus labios, su cuello.
En su improvisada intimidad con la floreciente naturaleza, con la única música que el entorno le ofrecía, empezó a dar vueltas sobre sí misma, con unos extendidos brazos ansiosos de libertad.
Repentina pero dulcemente, cayó exhausta en el verde colchón, intensísimo.

Las hojas de un seco marrón, pequeñas huellas de un otoño-invierno pasado, empezaron a correr sobre sí mismas, sin un patrón establecido de conducta. Con puro y libre albedrío.
Su largo, lacio y ahora menos oscuro cabello se enredó en esa inusitada carrera de viento. Normalmente eso la hubiera enervado... pero era tanta la paz, que aquello sólo consiguió esbozar otra sonrisa de tranquilidad, en su relajada faz.
Con un movimiento lento pero armonioso, giró su cuerpo tumbado hacia su izquierda, con los ojos entrecerrados. Al abrirlos, también pausadamente, lo encontró a él.
Él.
Con una suave expresión de sorpresa, se lo quedó mirando fijamente. Sin pronunciar palabra alguna.
Los impulsos que habría tenido en su más habitual comportamiento no existieron. Se esfumaron.
El temor se convirtió en confianza y, la confianza, en libertad. Aquello que ella tanto ansiaba.

Era tan extraño... No había nadie más, ni indicios de que eso cambiara. Libre intimidad.
No existía la noción del tiempo que ella había creído conocer. Lo único que tenía relevancia en aquel momento eran ellos dos. 
Ambos siguieron con las miradas clavadas, sin dudas. Incluso sus rostros se tornaron en una expresión similar: estaban compartiendo sinceramente las mismas sensaciones.

Las yemas de sus dedos se rozaron casi en un movimiento telepático. De manera inocente, se tocaron y acariciaron dando libertad física a aquella repentina conexión. Conexión fruto del destino... y eso no parecía asustar a ninguno de los dos. Eran valientes, tanto, que ella no volvió a plantearse lo sorpredente de la situación.
Una vez más, de manera sincronizada, se apretaron las manos con fuerza y se besaron. Desde ese momento, desde ese primer momento de haberse fundido en un dulce e intenso ósculo, ya no pudieron dejar de hacerlo.
La sensibilidad que sus dos solitarios, pero juntos cuerpos transmitían, se convirtió en pasión.
El abrazo eterno en el que se fundieron, se prolongó. Era casi una danza improvisada, infinita, deslizándose el uno con el otro. 
Irremediablemente conectados.
Si de algo no podía caber duda, era de que aquello era puro. Una compenetración completa, dos piezas de puzzle totalmente encajadas. Hechas la una para la otra.

Él, con un movimiento suave y romántico, dejó deslizar su cuerpo encima del de ella. Le apartó los mechones de su cara y dejó correr la yema de su dedo índice por sus labios, los de ella, que esperaban impacientes otro de sus besos. Se volvieron  a fundir en una intensa y profunda mirada.
Ella se aferró a él con algo parecido a la desesperación. 
No quería desperdiciar ni un solo segundo.
No quería perderle...

Él, fruto de esa conexión, lo intuyó y sintió enseguida. Con exactamente la misma intensidad.
Se sumieron en más besos, abrazos y caricias que supondrían la llegada de un éxtasis compartido.

Pasado un rato imposible de calcular, se quedaron los dos fundidos en una sola persona. En una sola mente. No podían evitar el acariciarse, ahora con una paz y relax absoluto.
Las primeras notas de una canción, aún desconocida, empezaron a sonar. Sólo para ellos dos.
Con la calidez que el sol y, sobre todo, sus cuerpos desprendían, permanecieron perfectamente enlazados. Escuchando, sintiendo.

- ¿Hacen falta... - empezó ella.
- ... las palabras? - terminó él.
- Te quiero... - pronunciaron, a la vez, con un dulce tono de voz.

De lleno sometidos y sumergidos en ese momento mágico, cerraron sus ojos y cayeron en un sueño de pura paz.
La esencia que rodeaba todo aquello era simplemente indescriptible. 
A veces, sólo a veces, las palabras no sobran... por el contrario, faltan. Y es imposible mencionar algo que siquiera se acerque en un pequeñísimo y objetivo porcentaje a la realidad.
Durante esos momentos de sumisión en su subconsciente, ella sólo fue capaz de pensar y soñar con él.
Sólo él.

Continuará... (Onírico y efímero II)

10 mar 2010

Vértigo II

Impulsos. Sus más sorprendentes compañeros de viaje. Senderistas que la pillan desprovista de defensas, de reflejos. Modificadores imprevistos, cambiantes, como el "sin rumbo" de alguien que se ha perdido...
...Y no se encuentra.

Ante todo este caos emocional y circunstancial... ¿Cómo conocer las causas de ellos? Desde luego, las consecuencias se tornan mucho más explícitas, una vez sucedidas.

Volvió a recorrer aquel camino que decidió tomar la última vez.
El motivo de este impulso sí era claro: quería enfrentarse a sus miedos. No quería volver de ese lugar con la misma sensación que tuvo anteriormente... quería verse capaz de mirar al vacío, de recordar tiempos pasados... Y no sentir pena.
Y no sentir autocompasión.
Y no sentir... vértigo.

Al llegar estaba agotada, pero el gélido viento de la montaña la despertó, como un suspiro divino de la tierra, de vida.
Se sentó en el suelo, al lado de unas flores marchitas, con cuidado de no romperlas en pedacitos... Se estaban reduciendo a nada, pero no quería acelerar ese proceso. Miró al horizonte y reflexionó acerca de dejar seguir el natural curso de las cosas, sin máculas, sin intencionalidad. La pura evolución y lo efímero de las cosas la hacían pensar... y se enredaba sin remedio en sus propios pensamientos.

Cerró los ojos y dio una primera calada (también la última) de un cigarro que estaría a punto de caer al vacío, del sobresalto. Notó una mano en su hombro derecho y su primer reflejo fue girarse hacia ese mismo lado:

- ...
- ...
- ¿Quién eres?
- Perdóname el sobresalto. Me he perdido.
- Qué raro... ¿y quién no? 
- Supongo que este es lugar para aquellos que no se encuentran.
- Supongo...
- ¿Puedo sentarme aquí?

Ella lo miró recelosamente. Era un desconocido y estaba completamente sola con él, al lado de un gran precipicio. No era una situación para sentirse confiada, precisamente.
Pero se lo permitió, a estas alturas, poco tenía que perder (pensó, en un fugaz momento de pseudo-optimismo). El breve pero intenso momento del encuentro, sin palabras, le permitió fiarse de él. Miradas que se clavaron, rotas por la duda y el desconcierto, pero de una transparencia total, de esas a las que aún no se había acostumbrado.

Él se encendió un cigarro, y le ofreció uno de los suyos. Con algo de duda y demora, ella aceptó. Sin mediar palabra, siguieron absortos en sus pensamientos, ambos con la misma concentración. Con un mismo silencio, ahora compartido.
No sabía como sentirse en aquel momento. Había ido allí para estar sola, sólo consigo misma. El hecho de compartir un momento que creía tan íntimo con alguien, la hizo sentir incómoda. Desconfiada.
Temerosa.

De repente, empezó a sentir más frío en su rostro. En su mejilla izquierda, la que estaba oculta para él, recorría un reguero de líquido y húmedo pesar. Estaba llorando... Y se refugió en su pelo y en el viento, para disimularlo, en vano.
- ¿Te encuentras bien?
- ...

Sin mediar más palabra, la cogió de su mano derecha y la levantó. Se volvieron a mirar a los ojos, esta vez ella no se acordó de seguir fingiendo, y le mostro el rostro demacrado por la tristeza. Inconsciente, incauta.
Ella soltó su mano repentinamente, y, con paso firme, sin pausa, se adentró en un estrecho camino. Sorteando piedras, hierbajos y arbustos áridos, llegó a su pequeño rincón, ahora ya no, secreto.

Él la siguió, a paso más lento, pero decidido. Al oír exhalar el humo de su cigarro, ella se giró, reprochándole con sus ojos la improvisada persecución.

- ¿Por qué me has seguido?
- ¿Por qué me has dejado venir?
- Yo no...
- ¿De qué tienes miedo?
- Tengo... vértigo.
- No es precisamente un lugar adecuado para sentir vértigo, con tanta pendiente. Además, ¿por qué te ibas a dirigar al punto más estrecho y elevado del barranco? ¿Por qué venir sola? ¿Por qué manterte de pie al borde del abismo, respirando profundamente y relajando tus brazos?
- ¿Por qué me has estado observando?
- He preguntado primero...
- Supongo... que no tengo vértigo si estoy sola.
- ¿Entonces es mi culpa?
- Ahora te toca a ti responder.
- Sí, te he observado durante un par de minutos, antes de acercarme.
- ¿Por qué?
- Porque yo no tengo miedo...creí que tú tampoco.
- Creíste mal y bien. Mal: sí, tengo miedo. Bien: sí, supongo que será tu culpa.

Al decir eso, giró su rostro hacia él, ahora sentado de nuevo a su lado. Se volvieron a clavar las miradas, ella con una mueca de disgusto y él con media sonrisa esbozada en su cara.
La conversación cambió de tercio, súbitamente. Empezaron a hablar, se relajaron y, sin pretenderlo, empezó a atardecer.
Sonriendo hacia algo que él había dicho, le expresó su intención de abandonar el lugar, antes de que anocheciera.

- ¿Vuelves a sentir miedo?
- No he dejado de tenerlo. Es sólo que hace muchas horas que estamos aquí.

Una vez más, sin dirigirse ningún vocablo más, la tomó de las manos, de ambas. La elevó sobre sus ahora débiles rodillas, y, sonriendo, la llevó hasta el borde del peligroso despeñadero.
Abriendo, con aún más fuerza, sus grandes ojos, se quedó inmóvil durante unos segundos. Apretó sus manos con una determinación que creía no tener.
Se quedaron unos minutos en silencio, con los cuerpos uno en frente del otro y los rostros mirando al horizonte, donde el sol se escondía. Aún agarrados, con una fuerza a punto de desaparecer.

Ella se soltó repentinamente e hizo una mueca expresando sus temores. Sus cejas arqueadas y su sonrisa inversa lo indicaban.
Se fue corriendo de allí, buscando la salida a la carretera, con desesperación. Él la alcanzó, espetó:


- ¿Por qué? ¿Sigues teniendo miedo a las alturas?

Con la respiración entrecortada, se giró y le contestó, empezando así una nueva discusión:

- ¡No lo entiendes! No es a las alturas a lo que tengo miedo...
- Entonces...
- Entonces... Mira, me encanta venir aquí, me siento libre. Miro al vacío y siento una extraña seguridad... siempre y cuando lo haga sola.
- ¿Qué problema hay conmigo?
- Sigues sin entenderlo. No es contigo, ni con nadie en concreto. Estando al borde de un precipicio, sin nadie... si caigo, si me tropiezo... será mi culpa. Sólo mía. A eso no le tengo miedo... Le tengo miedo al hecho de que alguien me empuje, me haga caer. No puedo fiarme.
- Sin embargo te has fiado, por unos momentos, al menos...
- Estaba poniéndome a prueba.
- Yo no te arrojaré al fondo...
- Me dijeron eso antes. ¿Ves esas flores? Son un símbolo. Hubo un día en el que dejaron un ramo por mí. Ahora que puedo enfrentarme a ello, que me he salvado... no quiero volver a arriesgarme.
- ¿Piensas actuar así siempre?
- Sólo hasta estar preparada. Sólo hasta que alguien me haga estar preparada.

Ella le miró por última vez, con ojos vidriosos, con una de esas pseudo-sonrisas, a medias dibujada en su cara, que reflejaban de todo menos un buen estado de ánimo. Se sentía mal. Le deseó suerte en su pérdida y su consecuente búsqueda, de manera sincera.

Y partió.



"¿Qué va a ser de mí? Tendré que apostar y arriesgar, sin volver a caer..."

7 mar 2010

Vértigo I

"Es extraño" - se decía para sí misma - "Cuando voy sola, me siento libre... y no tengo miedo."

Se acabaron los lugares inóspitos, los paisajes oníricos y los horizontes metafóricos.

"Ésta, es la última vez" - se repetía, con un nuevo y sincero aire optimista.

Meciéndose en los brazos de Morfeo, dejando su mente divagar honestamente, sin tapujos, se encontró con una alternativa a esa vida. Una opción, un mundo paralelo y, todavía, contrapuesto al suyo.

Cuando quiso percatarse, estaba en uno de esos sitios que tanto le gustaba frecuentar. Que tanto le evadían. 
Respirando aire puro y frío, podía concentrarse mejor. Estaba sola y relajada: la libertad regía en ese momento, por encima de cualquier otra sensación. 
Con ésta, no habían miedos, ni dudas, ni demoras mentales. Quizás no había emoción o ilusión, pero la seguridad total y absoluta lo compensaba. Definitivamente, merecía la pena.

Un día más, se preparó para dejarse llevar por la montaña y su bosque. Le gustaba modificar, aunque sólo fuera por pequeños detalles, la ruta que seguiría cada día. Bajó con cuidado por la colina e hizo un pequeño acelerón para llegar abajo del todo: esas pequeñas cosas le divertían. 
Pasando por al lado del pequeño lago que había nada más bajar, vio su cara reflejada. No se veía especialmente bella, pero no le importaba lo más mínimo, al menos no ese día.

Decidió seguir caminando hacia su izquierda, tomando el camino más próximo al precipicio que caracterizaba ese lugar. Le gustaba mirar hacia abajo sin miedo y se entristecía al pensar qué vidas se habían echado a perder precisamente allí. Quizás ese día no era el idóneo, quizás fue simplemente una de esas casualidades en las que tanto le costaba creer y con las que era tan sumamente escéptica... pero se dio media vuelta. Y modificó la ruta total y complemente. 
Se dejó llevar por la intuición y un nuevo sentido de la orientación, el cual sinceramente dudaba tener.
Empezó a caminar por el pequeñísimo arcén de la carretera, actualmente pavimentada en condiciones. Pasó por al lado de un pequeño albergue y, ante la duda de pararse a descansar, siguió con su improvisado trayecto.
Pasó una hora desde esa pequeña "locura" que había emprendido y, por fin, habiendo seguido su camino recto y sin duda hacia la izquierda, llegó al sitio en cuestión.

Sí, es probable que no tuviera nada de nuevo, ni siquiera de especial... era simplemente que había estado muy pocas veces allí... y siempre acompañada. Esta vez, le apetecía ir sola, por algún motivo que no lograba entender.
El ramo de flores, frescas por su olor y color, le indicó el fin de una vida y el recuerdo, a modo de regalo, de ese desenlace funesto. "Ah... tiempos mejores, ahora reducidos a nada." Eso la entristeció, miró hacia abajo (aquí la pendiente era muchísimo más pronunciada) y se dio media vuelta. Curiosamente, el viaje de vuelta se hizo más breve, pero menos llevadero.

Pasaron días, semanas y meses...
Siguió con su rutina habitual hasta que, nuevamente, decidió romperla... de la misma manera que la despedazó anteriormente: la inestabilidad se mide por lo imprevisto de los actos, sobre todo los emocionales. 

Ella lo sabía y no se sintió culpable. Simplemente se dejó llevar de nuevo. Pero esta vez si creía conocer el motivo de su impulso.


27 ene 2010

Illusion: Self-destruction

¿Qué hacer? ¿Qué pensar?

¿Cómo lo hago? - preguntó al viento.


"Qué frío hace..." pensaba ella, en la soledad que tanto ansiaba.
Todo era metálico, gris, helado, incómodo. No quería estar ahí, pero ¿le quedaba otro remedio?

Bajo la montaña de deshechos y recuerdos en papel, encontró un libro. Viejo, amarillo, desgastado. Lo cogió con cuidado y se lo quedó mirando unos instantes. Entonces, una gota de agua salada formó un círculo perfecto en la empolvada tapa marrón. En ese momento, su mano empezó nerviosamente a apartar esos molestos restos temporales, grisáceos, sucios.
Ella era así, cuando no le hacían daño, se lo hacía a sí misma. Pero el dolor en ocasiones ayuda y nunca le importó realmente hacérselo a sí misma, mientras no hiriera a nadie más... "¡Qué más dará!" pensó, en voz alta, creando un burlón eco en el pequeño cubículo, también llamado habitación... aunque por el momento no habitaba nadie ahí, ni siquiera ella misma.

Leyó, y recordó. Se acordó de aquellas caricias en la espalda, de meriendas improvisadas, de la enajenación y el relax, de las absurdeces, de la complicidad y espontaneidad de dos sonrisas. Vio, literalmente, su cara al reir de algo que ella había dicho y, recordó, también literalmente, lo mucho que eso la llenaba.
Entonces, cayó en la cuenta. Se esforzó tanto en dar felicidad, que se olvidó que eso se podía tornar en su contra.

Los "bésame", los "levántate ya, que es tarde", los "¡no me hagas cosquillas!", los "¿sabés qué? te quiero", los "tengo ganas de estar contigo", los "¿esta tarde qué hacemos?", los "estoy orgulloso de ti".

Flashes de luz, bocanadas de humo aromático, el frío viento de las montañas, el relajante cantar del agua en el río, el silencio de la noche, los gemidos de placer.

Cada recuerdo que recorría con su mente se iba borrando, difuminando en el tiempo. El dolor, el sufrimiento, la agonía... ya no tenían la misma intensidad al rememorar. Ya no. Aunque... aún se compadecía de sí misma.
El libro se convirtió en polvo y, con el tiempo, lo haría en cenizas. ¿Recuerdas? "Ashes to ashes, and dust to dust".

Pasó el tiempo, más lento de lo habitual. Más duro de lo imaginado. Entonces es cuando la incógnita, "Unbekannt", se cruzó en su camino. ¡Lo que le faltaba! algo que la destruyera más, que la desquiciara. No, no era eso precisamente lo que necesitaba.
Sólo ahora diré la verdad de lo sucedido, y es que ella, aún tenía ilusión, en un rincón muy pequeño de su mente, pero estaba ahí. Esa ilusión estaba mimada, ella la quería, no quería fallarse a sí misma. La protegería con todas sus fuerzas, porque no había nada más desolador para ella que algo se la hiciera perder, completamente.

Sus intentos por cuidarla fueron en vano.

Se aferró fuertemente a ese sentimiento que, en otras ocasiones, expliqué. Eso la arrolló a ella misma al abismo. Quiso luchar, quiso adentrarse en aquel lugar. Realmente no le importaba magullarse durante el camino. Sabía que lo más probable es que se cayera y se hiciera daño, realmente daño. Sabía que las heridas escocerían, que las piernas le fallarían, que le faltaría la respiración del cansancio. Imaginaba que, al acercarse, se encontraría con obstáculos. Se pincharía, se torcería alguna extremidad, se le aceleraría el corazón con ansiedad, se auto-destruiría al perseguir un objetivo inútil. Su rostro se rescrebajaría, se partiría con la desesperanza, con la decepción.
Le daba igual no dormir, el insomnio formaba parte de ella. No dormiría, ni pensaría en ella misma, si con ello lograra entrar en aquel paraje.
No se preocupaba, aunque no lo consiguiera, no podía quedarse allí sola, parada, fría y olvidada. Con acercarse tendría suficiente, creía ella.

En efecto, todas esas consecuencias que previamente sabía y que, estúpidamente, sufrió, sucedieron. Tal y como estaba predicho.
¿Dónde quedó su inteligencia? ¿Dónde su autoestima? Diría que las dejó en ese duro trayecto, pero creo que no llegó a poseer esos dones nunca, no en este campo, quizás en ninguno realmente.

Volvió a recordar todos aquellos recuerdos pegados y marcados a fuego del viejo libro. Se sintió rechazada, incluso por sí misma...

Su ilusión ya estaba totalmente esfumada, no quería saber nada de ella. Quería enterrarla en su mente por mucho tiempo, ahora sí iba a actuar inteligentemente (lo del autoestima sería un asunto más complicado). Ahora quería cambiar, lo haría con todas sus fuerzas. Ya no iba a entregarse, ya no iba a visualizar ningún sitio más... sólo los que la rodearan a ella: única y exclusivamente ella. Pensar en ello la hacía sentir bien, fuerte.
Sin ilusión es más fácil vivir, ser egoísta. Sin ilusión la vida quizás la sorprendiera algún día, y, si no fuera así... no ocurriría nada, la esperanza estaba ya perdida, simplemente no importaría.


- Pero, entonces... Dime, ¿cómo lo hago?
- ¿El qué?
- Olvidarme de ti...


 

PD: Inspirada por esta canción-videoclip y por mi propia experiencia, obviamente. Espero no tener que volver a escribir sobre la temática que rodea a este entrada ni a anteriores.