15 mar 2010

Onírico y efímero I

14/03/2010
Hyde Park
11.30 am

Suena: Love of Lesbian - Un día en el parque
"De la naturaleza el primer verde es oro,
su matiz más difícil de asir;
su más temprana hoja es flor,
pero por una hora tan sólo.
Luego la hoja en hoja queda.
Así se abate el Edén de tristeza,
así se sume en el día el amanecer.
Nada dorado puede permanecer."
Aquel era un día precioso, digno de ser recordado. De esencia primaveral.
El verde más intenso destacaba en su total presencia, compañía grata de la fresca hierba que regía el ambiente. 
Olor a tierra. Olor a vida.
Un dorado sol asomaba con determinación de entre unas nubes que desaparecerían, permitiéndole sentir un agradable calor corporal. Cortinas amables que la llenarían de calidez. De buen humor.

Con la luz, sus ojos se llenaron de esmeraldas en prácticamente su totalidad. Elevó su rostro, con los ojos cerrados de amable placer y concentración. Sonrió al astro que visitaba espléndidamente sus mejillas, sus labios, su cuello.
En su improvisada intimidad con la floreciente naturaleza, con la única música que el entorno le ofrecía, empezó a dar vueltas sobre sí misma, con unos extendidos brazos ansiosos de libertad.
Repentina pero dulcemente, cayó exhausta en el verde colchón, intensísimo.

Las hojas de un seco marrón, pequeñas huellas de un otoño-invierno pasado, empezaron a correr sobre sí mismas, sin un patrón establecido de conducta. Con puro y libre albedrío.
Su largo, lacio y ahora menos oscuro cabello se enredó en esa inusitada carrera de viento. Normalmente eso la hubiera enervado... pero era tanta la paz, que aquello sólo consiguió esbozar otra sonrisa de tranquilidad, en su relajada faz.
Con un movimiento lento pero armonioso, giró su cuerpo tumbado hacia su izquierda, con los ojos entrecerrados. Al abrirlos, también pausadamente, lo encontró a él.
Él.
Con una suave expresión de sorpresa, se lo quedó mirando fijamente. Sin pronunciar palabra alguna.
Los impulsos que habría tenido en su más habitual comportamiento no existieron. Se esfumaron.
El temor se convirtió en confianza y, la confianza, en libertad. Aquello que ella tanto ansiaba.

Era tan extraño... No había nadie más, ni indicios de que eso cambiara. Libre intimidad.
No existía la noción del tiempo que ella había creído conocer. Lo único que tenía relevancia en aquel momento eran ellos dos. 
Ambos siguieron con las miradas clavadas, sin dudas. Incluso sus rostros se tornaron en una expresión similar: estaban compartiendo sinceramente las mismas sensaciones.

Las yemas de sus dedos se rozaron casi en un movimiento telepático. De manera inocente, se tocaron y acariciaron dando libertad física a aquella repentina conexión. Conexión fruto del destino... y eso no parecía asustar a ninguno de los dos. Eran valientes, tanto, que ella no volvió a plantearse lo sorpredente de la situación.
Una vez más, de manera sincronizada, se apretaron las manos con fuerza y se besaron. Desde ese momento, desde ese primer momento de haberse fundido en un dulce e intenso ósculo, ya no pudieron dejar de hacerlo.
La sensibilidad que sus dos solitarios, pero juntos cuerpos transmitían, se convirtió en pasión.
El abrazo eterno en el que se fundieron, se prolongó. Era casi una danza improvisada, infinita, deslizándose el uno con el otro. 
Irremediablemente conectados.
Si de algo no podía caber duda, era de que aquello era puro. Una compenetración completa, dos piezas de puzzle totalmente encajadas. Hechas la una para la otra.

Él, con un movimiento suave y romántico, dejó deslizar su cuerpo encima del de ella. Le apartó los mechones de su cara y dejó correr la yema de su dedo índice por sus labios, los de ella, que esperaban impacientes otro de sus besos. Se volvieron  a fundir en una intensa y profunda mirada.
Ella se aferró a él con algo parecido a la desesperación. 
No quería desperdiciar ni un solo segundo.
No quería perderle...

Él, fruto de esa conexión, lo intuyó y sintió enseguida. Con exactamente la misma intensidad.
Se sumieron en más besos, abrazos y caricias que supondrían la llegada de un éxtasis compartido.

Pasado un rato imposible de calcular, se quedaron los dos fundidos en una sola persona. En una sola mente. No podían evitar el acariciarse, ahora con una paz y relax absoluto.
Las primeras notas de una canción, aún desconocida, empezaron a sonar. Sólo para ellos dos.
Con la calidez que el sol y, sobre todo, sus cuerpos desprendían, permanecieron perfectamente enlazados. Escuchando, sintiendo.

- ¿Hacen falta... - empezó ella.
- ... las palabras? - terminó él.
- Te quiero... - pronunciaron, a la vez, con un dulce tono de voz.

De lleno sometidos y sumergidos en ese momento mágico, cerraron sus ojos y cayeron en un sueño de pura paz.
La esencia que rodeaba todo aquello era simplemente indescriptible. 
A veces, sólo a veces, las palabras no sobran... por el contrario, faltan. Y es imposible mencionar algo que siquiera se acerque en un pequeñísimo y objetivo porcentaje a la realidad.
Durante esos momentos de sumisión en su subconsciente, ella sólo fue capaz de pensar y soñar con él.
Sólo él.

Continuará... (Onírico y efímero II)

2 comentarios:

  1. Oh! magic! Yo también he pensado muchas veces que faltan palabras y adjetivos para describir algunas situaciones y sentimientos... ai... la RAE que pobre que es! xDDD

    Jolin! pues yo estoy a años luz de que me pase algo así como lo que le pasa a la chica del relato. Empiezo a creer que algunas personas nacen para amar y otras para sólo para admirar... yo soy del segundo grupo!

    Sigue porfiii!!! yo a veces tardo en leer, pero leeeeeooo!!!!!! =)

    Por cierto, gracias por pasarte por Mi Blues. Me hace ilu leerte por ahí también =)

    KRN

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  2. Per cert, está bien Love of Lesbian o qué? Me han dicho que molan. Me recomiendas algunas?? ^^

    Gracias! =]

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